miércoles, 15 de junio de 2011

La histeria adolescente

Te describo el panorama, el escenario… Viernes, 23.30 hs., Callao y Santa Fé, me subo al 152. “Hola, 1,75 por fa…” Mi frase se pierde, mi concentración también. ¿Con qué me encuentro? Con 6 atractivas chicas, entre 20 y 24 años, cervezas en cantidad, globos, cuernitos de diablo luminosos como vinchas, entre otros detalles de ese tipo. Y gritan: “Ayyyyy!!! Un chico!!!!”. Esa interrupción me hizo perder el foco totalmente. En fin…
Me saludan, me invitan un trago. De más está decir cual fue mi respuesta. En ese preciso instante me doy cuenta que hay dos actores más que juegan un rol central en esta historia: la histeria adolescente injustificada y mi vejez. Claro está que mi vejez odia al otro actor; es como una alergia, me irrita, hace que mi intolerancia pase de 0 a 100 en milésimas de segundo con pastillas de freno recién cambiadas. En fin…
¿Es necesario tanto alboroto ante la visualización de una persona del sexo opuesto? A ver, pensemos. Estamos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hay al menos 3 millones de habitantes, y como mínimo 1 millón de hombres. ¿Es necesario? De más está decir cual es mi respuesta. En fin…
Ya que esto pinta para el lado terapéutico, tratemos de descifrar juntos mi estimado/a lector el porque de mi actitud ¿anormal? ¿Qué es lo que más me molesta? No vale responder “todo”, ¿no? Que cagada! Minuto! Minuto! Antes que empiecen a arriesgar, no pasa por la envidia de que otros estén pasando un buen momento y quizás yo no. Ahí está! ¿O no? No sé, creo que se me prendió la lamparita. Capaz que es una boludez de otro planeta, lo cual estaría genial para que no desentone con todo lo anterior. En fin…
Como ya sabrán soy una persona sumamente observadora, detallista, un romántico de las cosas lindas de la vida, que si no se es exigente como yo son un montón. Para aquellos lectores retorcidos como yo, sabrán ustedes distinguir entre momentos gratos (que sí los hay en gran cuantía), y momentos realmente lindos (que son como los amigos de verdad, se cuentan con los dedos de las manos, de los pies a lo sumo). En fin…
La histeria adolescente se basa justamente en eso, en magnificar aquello malísimo en algo bueno, aquello malo en algo genial, aquello bueno en un momento inolvidable, y aquello genial en algo orgásmico. Creo que llegué al fondo de la cuestión, o al menos al fondo a la derecha, ¿no? En fin… Digo, el FIN.-